Nuestra naturaleza debilitada añora aquel jardín en Edén de donde un día, desnudos, tuvimos que partir. Ahora estamos lejos de el, muy lejos, en el barro de esta vida tan distinta. Tenemos que vivir entre guerras, hambres, abortos, injusticias y el culto a nuestra pequeña ciencia. Fuera del Edén y todavía muy lejos del cielo.
lunes, 31 de enero de 2011
Dios eligió lo que el mundo tiene por necio
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