lunes, 19 de mayo de 2008

La mujer más poderosa del planeta


Diez años después de su muerte, sus Misioneras de la Caridad están presentes en más de 120 países y parecen inmunes a la crisis de vocaciones. Cinco mil religiosas, quinientos frailes y decenas de miles de voluntarios que cuidan de los moribundos, los parias, los leprosos o los enfermos de sida (`la lepra del tercer milenio´). Tal es la fuerza magnética de «la mujer más poderosa del planeta», como la definió Javier Pérez de Cuéllar, ex secretario general de la ONU. Ella hubiese preferido pasar inadvertida, diminuta en su sari de algodón blanco y con menos carnes que un pajarito, pero enérgica; siempre con prisas, levantándose cada día a las 4.40 de la madrugada porque le faltaban horas. Se consideraba a sí misma «un lápiz en las manos de Dios» y nunca se dio importancia. No pudo ocultar como hubiese querido su trabajo entre los pobres. «La santa de las cloacas», la llamaban; «el ángel de las alcantarillas.»

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